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jardin_ibicenco_black whiteEl jardín ibicenco (I). Una breve historia y guía botánica

El jardín ibicenco (I). Una breve historia y guía botánica

El jardín y la flora silvestre que hoy conocemos en la isla ha sido en gran parte el resultado de los múltiples pueblos que se establecieron en las Pitiusas a lo largo de la historia. Los barcos traían semillas y plantas de tierras lejanas que servían para el cultivo de esos pueblos. No todas las semillas germinaban por igual en el suelo arcilloso y calcáreo de la isla, ni prosperaron por igual esas plantas para sobrevivir el clima árido sin la ayuda de un sistema de riego efectivo. Tras varios siglos, algunas de esas plantas consiguieron aclimatarse mejor que otras y han sido incluidas en el catálogo de las plantas autóctonas, consideradas hoy endémicas de Ibiza y Formentera.

Entre la multitud de conquistadores que pasaron por Ibiza, destacan tres pueblos en particular porque tuvieron un mayor impacto en la introducción de nuevas especies y sistemas de cultivo:

1. Los fenicios (1200 a. C. – 200 a. C.) fueron los grandes mercaderes de su época. Fundaron una de sus colonias más importantes en Ibiza, lo que significó el comienzo de un asentamiento y el cultivo en la isla. Al tener bajo su control una red de comercio gigante por todo el Mediterráneo, introdujeron en la isla un gran número de nuevas especies para el cultivo y las técnicas apropiadas de sus múltiples interacciones con otras civilizaciones.

2. La conquista musulmana de Al-Andalus y el posterior Califato de Córdoba (900 d. C. – 1235 d. C.), significaron para Ibiza una nueva era de prosperidad y abundancia, dejando atrás dos siglos de oscuridad y el dominio intermitente de vándalos. Con la llegada de los árabes se introdujeron nuevas especies de plantas y árboles frutales, pero sobretodo conocimientos de cultivo modernos, como los bacales y los sistemas de riego más avanzados de su época.

3. Desde las colonias españolas de América Latina llegaron nuevos cultivos y a una serie de cactus, que se adaptaron perfectamente al medio insular y hoy día forman parte sustancial de la flora autóctona. Estas nuevas especies del Nuevo Continente se adaptaban con facilidad al clima y se adoptaron por la población local para servir una serie de propósitos.

A continuación, una resumida guía de los árboles y cactus más característicos del jardín ibicenco, con una breve descripción de sus orígenes y utilidades:

Algarrobo (Ceratonia siliqua) – Su cultivo se hizo extensivo en la época árabe, pero se desconoce si se trata de un árbol autóctono. Los frutos maduran en otoño adquiriendo un color marrón. La algarroba se empleaba normalmente como pienso para el ganado y se usaba para combatir catarros. Hoy día considerado un superalimento y también se emplea en la elaboración de medicamentos y cosméticos.

Los algarrobos daban alimento en las malas y sombra en las buenas, en especial durante la posguerra, cuando la hambruna generalizada obligaba a descolgar un fruto que apenas gozaba de consideración. Por eso todavía mantienen hoy un significado especial entre la población local.

Almendro (Prunus dulcis) – Asilvestrado hace 6.000 años, el almendro tuvo que estar entre los primeros cultivos porque era muy común en el mundo antiguo. Empezó a cultivarse en el Asía central y probablemente fue introducido a Ibiza por los fenicios.

El árbol se adaptó perfectamente al suelo ibicenco, calcáreo, seco y pedregoso, así como al clima templado, de inviernos suaves y con poco viento en el interior de la isla. Se adaptó tan bien en algunas zonas de Ibiza que incluso florece antes de tiempo en enero, produciendo ese bello fenómeno natural que se describe como la «nieve de Ibiza».

Cañaveral (Arundo donax) – La caña es un elemento cotidiano de la vida rural ibicenca, que llegó a la isla en el siglo XVI procedente del norte de India y Nepal. Los payeses las aprovechaban para múltiples usos: para las tomateras, techos de corrales, cestos y quemaban las cañas cortadas. Iban cortando los cañaverales periódicamente y los mantenían bajo control, pero el abandono del campo ha estado propiciando una expansión sin precedentes de la caña y han mostrado sus tendencias invasivas, convirtiéndose en un problema para la biodiversidad insular.

Los cañaverales esbeltos y densos que se cimbrean con el viento en los torrentes de Ibiza embellecen el paisaje y son un elemento característico del hábitat. Son increíblemente resistentes, algunas veces poblando incluso terrenos áridos o de albuferas de agua salada (Ses Feixes).

Chumbera (Opuntia ficus-indica) Se trata de una cactus de origen mexicano que fue introducido en Europa por los conquistadores españoles. Se puede encontrar en culaquier casa payesa a lo largo de la isla y se utilizaba como elemento natural de separación, protección contra el viento, asilvestrado retrete o como discreta escombrera.

Su crecimiento es anárquico, formando una intrincada maraña de troncos leñosos sobre los que crecen, en un orden totalmente aleatorio, unas palas aplanadas y cubiertas de numerosas espinas, de las que crece un fruto globular cubierto de agujas más finas, casi invisibles. Este fruto, llamado higo chumbo, ha sido parte importante en la nutrición insular y las palas se usaban para curar heridas. Al higo chumbo se le atribuyen propiedades medicinales, siendo hoy en día un remedio popular contra la diabetes. Además, su raíz cocida se considera un remedio contra la gastritis y los cólicos intestinales.

Encina o bellotera (Quercus ilex) – antiguamente poblaba los bosques de las Baleares; pero la deforestación de los siglos XVII a XX en Ibiza ha llevado a las encinas a ser un árbol más bien escaso. Se suelen ver cerca de las fincas rurales para el aprovechamiento de su madera, que es muy valorada por su dureza. Esta madera servía para fabricar utensilios y carros, además de elaborarse carbón vegetal. Los frutos, las bellotas, son comestibles tanto para uso humano como animal y la corteza se usaba con fines medicinales, como cicatrizante y antiinflamatorio.

Un pariente cercano en forma de arbusto, la coscoja (Quercus coccifera), se encuentra en el interior de la isla, asilvestrada cerca de torrentes y los bosques más húmedos.

La Bellotera de Can Carreró se encuentra cerca de Benirrás y mide siete metros de altura con una corona de 20 metros de ancho.

Bellotera de Ca’n Carreró en Sant Miquel. © JOAN COSTA

Granado (Punica granatum) Árbol frutal de origen asiático, introducido probablemente por los fenicios o cartagineses. Antiguamente, en las Baleares se extraía un pigmento rojizo oscuro para teñir la ropa y la corteza de las raíces servía para combatir los parásitos intestinales. Su fruto, la granada, es considerado un superalimento y un potente antioxidante, conteniendo además un gran número de vitaminas y minerales.

El granado es un árbol perfectamente adaptado al clima de Ibiza y se puede observar a los largo y ancho del territorio de forma silvestre.

Higuera (Ficus carica) – originaria de Asia Menor e introducida por los Fenicios. Una superviviente excepcional, que crece sin problemas incluso en tierras áridas pobres o muy calcáreas, gracias a unas raíces fuertes que llegan a gran profundidad para conseguir agua del subsuelo. De hecho, es recomendable plantarla en un lugar aislado del jardín, lejos de la casa, de la piscina o de cualquier construcción, ya que con el tiempo puede levantar el hormigón sin problemas.

La higuera puede crecer en el interior de la isla como en la costa. Su tendencia a crecer a baja altura también la hace ideal para resistir los fuertes vientos ocasionales del invierno. En Ibiza existen actualmente unas 20 variedades que producen higos de diferente tamaño, color y sabor.

La higuera catalogada conocida como na Blanca d’en Mestre, ubicadas en la prolongación del camí vell de la Mola, tiene más de cien años y una enorme copa, soportada por puntales de sabina, que llega a una superficie horizontal de entre 300 y 350 metros cuadrados.

Higuera catalogada na Blanca d’en Mestre, en Formentera. Foto: Pilar Arcos

Limonero (Citrus × limon) – se estima que es originario de China y llegó al Mediterráneo a través de Grecia. Igual que el níspero, en un principio se utilizaba como árbol ornamental. Es de los árboles frutales mejor adaptados al clima de la isla y necesita cuidados mínimos. Gran fuente de vitaminas y un fuerte alcalinizante anti-cancerígeno.

Níspero (Eriobotrya japonica) – Planta originaria de China y Japón, probablemente introducido por los árabes. Su adaptación es buena al medio ibicenco, pero agradece el riego en los meses de más sequía.

Ha sido más conocido como árbol ornamental, pero produce un fruto ovalado dulce y suculento, con un sabor a medio camino entre melocotón, cítrico y mango. Es un excelente diurético y colabora en la eliminación de los excesos de líquidos en el organismo.

Olivo (Olea europaea) originario del s. I a. C., introducido de nuevo por los fenicios. La aceituna ha sostenido el Mediterráneo durante milenios, proporcionando fruta, aceite y madera y un sentido de importancia histórica en sus nudosas y antiguas ramas.

El más magnífico de los árboles es un olivo antiguo conocido como n’Espanya, ubicado en San Carlos. Se cree que tiene más de 800 años y un perímetro de 10,5 metros, es uno de los olivos más longevos del país.

Palmera (Phoenix dactylifera) Original del norte de África e introducida por los pueblos púnicos (fenicios y cartagineses), donde se plantaba cerca de puntos de agua para aprovechar sus frutos comestibles, los dátiles – que son una gran fuente de minerales, por lo que ayuda a recuperar los músculos, asegura el correcto funcionamiento del sistema nervioso y refuerza huesos y dientes.

Aparte de su fruto se apreciaba por su elegancia y belleza, alcanzando una altura considerable. La palmera era además un símbolo de estatus social y se solía plantar individual o en grupos en las inmediaciones de la casa.

Llegada principal a la finca Can Mariano Prats

Pitreras (Agave americana)originarias de México e igual que las chumberas, se introdujeron a principios del siglo XVI. Es muy tolerante a la sequía, con las hojas del fondo del tallo formando una roseta para ayudar a canalizar el agua hacia su base. De sus grandes hojas de color verde azulado se extrae la fibra vegetal para elaborar el calzado histórico de Ibiza, las espardenyes.

La agave americana puede vivir hasta 100 años y sólo florecen una vez (monocarpia). La flor consiste en un tallo de entre 5 – 10 metros de altura y ramificado que contiene flores amarillas. Cuando las flores mueren, la planta muere. Afortunadamente, tienden a producir numerosos retoños antes de morir y es de fácil propagación.

Pino carrasco (Pinus halepensis) – originario de Siria, siendo hoy día el árbol más frecuente en la isla. Su madera se usaba principalmente para muebles, leña, las cortezas se exportaban para teñir cuero y la cocción de la savia producía una resina impermeable para la construcción naval y otros trabajos domésticos. Se considera una especie muy resistente al igual que agresiva y colonizadora del medio, acidificando el suelo hasta el punto que sólo unas pocas especies de arbustos y plantas pueden sobrevivir bajo sus dominios. Fue por este motivo por parte del campesino práctica común arrancar estos pinos cuando aparecían en los campos de cultivo.

Pino piñonero (Pinus pinea)a diferencia del pino carrasco, el piñonero crece de forma muy distinta y requiere más agua. Es además un árbol además del todo autóctono, siendo España todavía el país con más ejemplares del mundo. Sus apreciados frutos, los piñones, son de gran valor nutricional y contienen 2/3 de las proteinas de la carne de ternera.

El Pi ver d’en Besuró es el ejemplar más grande la isla, un piñónero de 12 metros de altura con una corona de 25 metros de ancho

Sabina (Juniperus phoenicea) – fue introducida en la antigüedad por los fenicios. Ofrece una madera extremadamente resistente que ayudó a construir las casas, pueblos y aldeas de la isla, mientras que la savia servía de resina repelente de insectos. Los árboles en sí mismos fueron cuidadosamente manejados y engatusados para crecer rectos y fuertes.

Es posiblemente el árbol más emblemático de Ibiza y en la actualidad está protegido por ser declarado patrimonio de la isla. Existe un grupo de sabinas antiguas cerca de Sa Rota en Santa Eulalia, un complejo arbóreo único que está catalogado y protegido como patrimonio histórico.

Viñas o parras – introducidas por los fenicios, pero vió la época de máximo esplendor en el s. XIX, después de que la plaga de la filoxera en Francia impulsara la demanda en Ibiza y toda España. La isla ofrecía pequeños valles rodeados de montes muy aptos para el cultivo de viña. El suelo, formado a partir de calizas, dolomitas y margas, es en su mayor parte arcilloso. Más tarde la plaga llegó también a Ibiza y consiguió abatir este esplendor, sin embargo, los habitantes nunca dejaron de cultivar el vino hasta los tiempos actuales y desde los años noventa vuelve a florecer la producción local.

La «Fiesta del vino» se celebra el mes de diciembre en la localidad de Sant Mateu, donde existe un microclima muy favorable y abundan los viñedos.

Completan la agricultura tradicional otros árboles como naranjos, albaricoques, ciruelos o parras. Los cereales se segaban en mayo. La arcillosa tierra roja es fértil siempre que tenga la suficiente humedad. Durante los veranos carentes de lluvia, la mayor parte de los campos permanecen en barbecho; sólo unos pocos agricultores se dedicaban al cultivo de hortalizas. La demanda de los habitantes de la isla se cubría mediante transportes desde la Península y las exportaciones solían ser algarrobas y sal en su mayoría.

Existen elementos característicos de la infraestructura y el riego que tuvieron gran importancia en promover un cultivo más productivo en la isla. Estas técnicas fueron introducidos en su gran mayoría por los árabes – siendo provenientes de los medios desérticos más áridos del Planeta, habían desarrollado los métodos más efectivos de extracción del agua hasta (y puede que todavía sea así). Estos elementos son los siguientes:

Bancales – se introdujeron en la época del dominio musulmán y muy comunes a los largo y ancho del paisaje montañoso de la isla. Se trata de paredes de piedra escalonadas en terrazas a lo largo de la pendiente en terrenos con declives para crear superficies horizontales, aptas para el cultivo. Se preparaban en terrenos de fuertes pendientes, de más del 30%, donde no era factible la excavación horizontal.

Aljibes – cisternas, normalmente subterráneas, que se llenan a través de la recogida del agua de lluvia. Se utilizan en aquellos lugares alejados de los ríos, donde no hay posibilidad de fuentes y pozos, o donde el agua subterránea es dura y salitrosa y no puede emplearse en el abastecimiento humano ni aminal.

Acequias – es una zanja o canal a cielo abierto construido para el regadío o abastecimiento de agua. Con especial desarrollo en la cultura árabe, estas construcciones, tienen afinidades de uso con los acueductos romanos, si bien su empleo principal es el riego de huertos, plantaciones o explotaciones agrarias, aprovechando la orografía del terreno para la distribución y conducción del agua, formando una red de ramales a partir de la acequia principal.

Pozos – pensado para aprovechar al máximo aguas subterráneas, antes de que se agotaran muchos acuíferos por la sobreexplotación y hubiera que recurrir a desalar agua del mar. Las agrupaciones y las festividades solían ocurrir alrededor de pozos y fuentes, símbolos de vida y regeneración en muchas culturas en muy diversos lugares del mundo.

Todas estas especies y construcciones son una conmemoración del pasado de una isla agrícola con suelos pobres, agua escasa y una historia de población multifacética. Siglos de invasiones y saqueos, seguidas de hambre y abandono, produjeron una cultura de resiliencia e ingenio en Ibiza.

La globalización ha facilitado el acceso a materiales e ideas a una magnitud sin precedentes, pero el patrimonio cultural de Ibiza sigue muy vivo, como un modelo de autosuficiencia y conexión con la naturaleza, que para muchos puede ser parte elemental del bienestar personal.

Referencias:

Ferrer Abarzuza, A. (1974). La casa campesina de Ibiza. Madrid: Narria. [consultado 10 de abril 2020]

Gurrea Barricate, R. y Martín Parrilla, Àngeles. Eivissa-Història-Època andalusina. EEIF (Enciclopèdia d’Eivissa i Formentera) [consultado 5 de mayo 2020]

Espinosa Noguera, J. Guia Botànica Sa Punta d’es Molí. Ajuntament de Sant Antoni de Portmany. [consultado 10 de mayo 2020]

Blakstad Design Consultants. Heritage: The singular trees of Ibiza. [consultado 1 de mayo 2020]

Convalia, C. Sanean y apuntalan la mayor higuera de centenaria de Formentera. Diario de Ibiza. [consultado 1 de mayo 2020]

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Fallingwater,_also_known_as_the_Edgar_J._Kaufmann,_Sr.,_residence,_Pennsylvania,_by_Carol_M._HighsmithArquitectura tradicional vs. arquitectura contemporánea. Desafío energético

Arquitectura tradicional vs. arquitectura contemporánea. Desafío energético

La arquitectura vernácula ha evolucionado durante muchos años para abordar los problemas inherentes a la vivienda. A través de un proceso de ensayo y error, las poblaciones han encontrado formas de lidiar con los extremos del clima. Sin embargo, la influencia de las culturas occidentales es omnipresente y la tendencia de un estilo de construcción internacionalizado ha resultado en una reducción de las soluciones tradicionales.

Como es lógico, los habitantes modernos demandan altos estándares de comodidad en los edificios. Tales estándares pueden lograrse mediante el uso de maquinaria, como los sistemas de aire acondicionado, que tienen considerables costos iniciales y tienen una mayor demanda de energía a largo plazo. Sin embargo, con el uso cuidadoso de las técnicas tradicionales es posible crear mejoras de control térmico, ya que existen unas ventajas claras para reducir drásticamente las necesidades de energía y un mayor uso del estilo arquitectónico puede crear un espacio habitable más agradable.

 

Fallingwater, by American architect Frank Lloyd Wright (1934) /Photo: Carol M. Highsmith (public domain)

Esto no quiere decir que los diseñadores deberían imitar los caminos del pasado. Los materiales modernos, la tecnología y las técnicas de construcción innovadoras deben utilizarse en la búsqueda de eficiencia y rentabilidad. Sin embargo, ignorar nuestro patrimonio arquitectónico y pasar por alto la sabiduría acumulada del pasado conlleva la negligencia ante el reto de la inevitable necesidad de una mayor eficiencia energética del s. XIX.

La sabiduría de la construcción popular nos brinda con la protección de las condiciones climáticas desfavorables y lograr un microclima confortable son los objetivos primordiales de la arquitectura, así como idear edificios que estén en armonía con los duros climas de sus diversas regiones.

En la arquitectura tradicional el mecanismo de regulación térmica interior se incorpora en el mismo edificio. Se tiene en cuenta la topografía, la construcción, la morfología, incluso la disposición y el uso de los espacios internos participan en la función del mecanismo de regulación térmica.

Sin embargo, las condiciones internas se abstuvieron considerablemente de los requisitos actuales de comodidad. Los avances rápidos y espectaculares en la tecnología de las instalaciones de calefacción y aire acondicionado para la refrigeración, así como otras innovaciones técnicas, las influencias internacionales del diseño, han desplazado la arquitectura de los valores y principios tradicionales.

construction site ibiza

La mecanización y la internacionalización provocaron el rechazo de los métodos tradicionales y la falta de conocimiento de la física de la construcción despojó a la estructura del edificio de sus aptitudes básicas y dejaron el edificio a merced del clima. Los edificios modernos se han vuelto climáticamente ineptos, con aires acondicionados reemplazando el enfriamiento natural, suponiendo un alto consumo de energía, así como un factor de reducción de costes para las constructoras del s. XX, un mayor gasto de los hogares y un beneficio para la industria energética.

La sumisión de la arquitectura a la máquina deja sin resolver los problemas de garantizar condiciones básicas de confort en el interior; como problemas de costo, mantenimiento de instalaciones mecánicas, la energía sobre el consumo. En los países desarrollados los edificios llevaron a absorber un enorme porcentaje del consumo total de energía que alcanza hasta el 50% de la energía total primaria.

En estos días de escasez de combustibles fósiles, así como la creciente degradación del medio ambiente, ha despertado el interés en el uso de materiales, procesos y fuentes de energía ecológicos y ha hecho necesario que nuestros edificios modernos brinden refugio con el menor gasto de energía posible.

Casas Bioclimáticas ITER – Sur de Tenerife

Esto dio lugar a un nuevo enfoque de la arquitectura bioclimática, que considera el edificio en su totalidad desde la etapa de su inicio como un lugar de intercambio de energía entre el ambiente interior y el exterior, natural y climático. Considera el edificio como un organismo vivo; una estructura dinámica que utiliza los parámetros climáticos beneficiosos (radiación solar para el invierno, brisas marinas para el verano, etc.) a la vez que se evitan los efectos climáticos más adversos. En este enfoque, los sistemas mecánicos están interconectados integralmente con la arquitectura y deben tenerse en cuenta como elementos fundamentales del edificio.

Este nuevo enfoque busca evaluar las demandas de energía para la calefacción y la refrigeración en los edificios, analizando los sistemas de energía libre que haya disponibles. El análisis preliminar de gráficos bioclimáticos del terreno para el diseño arquitectónico permite delinear estrategias para una ubicación del edificio apropiada en cualquier estación del año, lo que podría reducir considerablemente el coste energético y minimizar la necesidad de medios mecánicos de refrigeración y calefacción, sin dejar de en cuenta los criterios de confort moderno.

Es evidente que la tarea del arquitecto moderno es considerablemente más complicada que la de los constructores antiguos. Las exigencias de la vida moderna introdujeron nuevos factores y consideraciones en el diseño de edificios más allá de lo relativamente «básico» del estilo tradicional. A medida que la tecnología avanza y la vida se vuelve más exigente, la organización juiciosa y óptima de variables complejas que involucran aspectos técnicos, sociales, utilitarios y culturales, convergen aún en la creación de comodidad y conveniencia para el habitante. La prioridad de los arquitectos en el proceso de diseño se altera; las máquinas se vuelven más importantes en la producción de estándares de comodidad. Además, como la sensación de comodidad es una percepción subjetiva, varía de persona a persona de una cultura a otra y con el tiempo. Por lo tanto, es injusto y erróneo juzgar los niveles de confort térmico en edificios tradicionales por el mismo patrón que usamos para los modernos.

Sin embargo, las herramientas, materiales y técnicas disponibles para el arquitecto moderno son más de lo que el constructor indígena nunca podría haber soñado. Además, el arquitecto tiene la ventaja del conocimiento acumulado de sus predecesores. A través de la unión entre el enfoque tradicional viable para la construcción y los complejos criterios de diseño de la práctica contemporánea, se pueden derivar recomendaciones para la máxima eficiencia energética en el edificio.

Además de estos dos elementos principales de la arquitectura tradicional que mitigan las condiciones climáticas extremas, la organización de los espacios y su orientación, se identifican otras soluciones arquitectónicas que reflejan la sabiduría tradicional y que se usan en la arquitectura solar pasiva moderna. Dichos componentes son los diseños variados de ventanas y sus dispositivos de sombreado, como persianas, pantallas, pérgolas y voladizos.

De estos, el patio, los aleros o paredes laterales y las contraventanas accionadas manualmente se probaron en una serie de estudios paramétricos de optimización y se descubrió que las casas de formas más complejas con patio en forma de U, ahorran más energía que las formas simples. Esto se atribuyó a los factores adicionales que intervienen en el rendimiento térmico, con la introducción de parámetros cuidadosamente elegidos en los estudios de optimización que actúan como reguladores en la vivienda, como el aislamiento envolvente y la orientación sur con más superficies expuestas al sur. Era obvio que un patrón eficaz requiere estudios térmicos propios para cada edificio con su propia geometría, configuración y particularidades con un enfoque integrador del diseño.

Para el sombreado, se concluyó que el diseño optimizado de aleros voladizos y aletas laterales, sin contraventanas o persianas, podría proporcionar el control del sol veraniego suficiente para mantener el confort térmico en el interior. La aplicación de persianas a menudo es limitada por una serie de consideraciones de diseño ambiental, arquitectónico, económico y de comportamiento. La función del control solar podría entonces llevarse a cabo como una función secundaria y los persianas podrían instalarse principalmente, si era preciso, para la privacidad o la seguridad. Sin embargo, las conclusiones de estudios reforzaron la creencia de que la intención de los habitantes del Mediterráneo referente al sombreado de las persianas era para el mantenimiento de la comodidad interior.

Las respuestas pasivas de la arquitectura tradicional a las condiciones e influencias ambientales locales representan un tesoro de patrones de conocimiento e información para la arquitectura moderna sostenible y bioclimática. Por lo tanto, el diseño climático exitoso no debe ignorar la experiencia acumulada y la sabiduría de nuestros antepasados, sino que debe desarrollarse después de una comprensión profunda del conocimiento científico que esta aporta, en lugar de una evaluación emocional de la arquitectura tradicional. La expresión arquitectónica debe respetar el regionalismo y basarse en un enfoque de diseño multidisciplinario.

El conocimiento masivo y la tecnología proveniente del desarrollo industrial moderno tampoco deberían ser ignorados. Por lo tanto, la arquitectura debe ser una síntesis de ambos, los aspectos que estén en armonía con los valores tradicionales y a su vez adecuados para las sociedades contemporáneas, su identidad cultural y escala humanas, basados en la tecnología apropiada.

Referencias:

Serghides, Despina K. (2010). The Wisdom of Mediterranean Traditional Architecture Versus Contemporary Architecture – The Energy Challenge. The Open Construction and Building Technology Journal, 2010, 4, 29-38.

 

 

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Ibiza Finca Traditional ArchitectureLa finca ibicenca. Guia de la arquitectura tradicional de Ibiza

La finca ibicenca. Guia de la arquitectura tradicional de Ibiza

La casa rural tradicional del campesino de Ibiza, también conocida como finca ibicenca, ha sido objeto de estudio y fascinación por parte de muchos personajes importantes de variados campos a lo largo del tiempo. Lo que se encontraron estos primeros visitantes fue una arquitectura que prácticamente no había variado a lo largo de los siglos, partiendo de unos orígenes fechados en la antigüedad. Esto fue debido principalmente a que Ibiza, durante la mayoría de su historia, fue una sociedad aislada cultural y económicamente que tuvo que valerse de recursos y conocimientos locales, los únicos a su alcance. El método de construcción de esta vivienda provenía de la sabiduría popular y se transmitía de generación en generación, persiguiendo la subsistencia y la practicidad. Fue esta practicidad, junto a la sencillez, la funcionalidad de cada elemento y su integración en el paisaje, lo que inspiró de esta singular y arcaica arquitectura y atrajo las primeras visitas de estudiosos a esta ‘isla remota’ en los años 1930.

Entre los arquitectos que atrajo la casa payesa ibicenca destacan Germán Rodríguez Arias o Josep Lluís Sert, del grupo GATEPAC-GATCPAC, o el alemán Erwin Broner, de la escuela Bauhaus. También atrajo a personajes conocidos de otros campos como el dadaísta Raoul Hausmann, artista y fotógrafo, que realizó una gran cantidad de fotografías de estas construcciones, o el filósofo Walter Benjamin, escritor y crítico literario, que profundizó en su teoría estética atraído por la austeridad y belleza de las finca ibicenca. Algunos de ellos se encargaron de divulgar esta arquitectura arcaica de Ibiza en exposiciones internacionales y, aunque la Guerra Civil Española (1936-39) y la llegada del fascismo interrumpiera el proceso, años más tarde volvieron a visitar e instalarse en Ibiza más estudiosos y artistas ya de forma contínua, motivados por esta misma fascinación.

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© Kelosa | Ibiza Selected Properties

Definición y rasgos generales.

La casa rural ibicenca se define por un tipo de construcción de muros gruesos, compuesta por módulos cuadrangulares y techos horizontales sostenidos por vigas de madera. Se trata de una arquitectura sencilla y sobria, que se inicia añadiendo módulos cúbicos independientes que se articulan alrededor de un espacio rectangular transversal a la entrada, la sala principal o porxo; cada módulo tiene su propia función (salón polivalente, dormitorio, cocina o almacén) y los corrales para animales siempre se encuentran separados de este cuerpo principal. El conjunto total representa una casa totalmente funcional, muchas veces del todo ausente de elementos decorativos, que crecía en relación a las necesidades de ampliación de la familia o el trabajo de las tierras. Es además una vivienda en crecimiento contínuo, aunque en todas sus fases guarda la apariencia de un edificio acabado.

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De izq. a drcha.: 1) Can Toni Martina, en St. Carles de Peralta. 2) Can Vicent Prats, en St. Antoni de Portmany. 3+4) Evolución general de la ampliación

Como suele ser común entre las viviendas anteriores a la era industrial, ninguna finca ibicenca es igual a la otra, aunque todas tienen ciertos rasgos en común que las definen como una arquitectura propia. Estos rasgos generales de la finca original son los siguientes:

Materiales. Construida por el campesino, está esencialmente hecha de materiales encontrados en el lugar mismo: piedra seca, vigas de sabina para el tejado, arena, arcilla y plantas marinas.

Implantación. La casa está idealmente situada en un punto alto de la ladera de una colina, con rocas como cimientos naturales, sacando partido de las particularidades topográficas y de la pendiente sin desbordar sobre los terrenos favorables al cultivo.

Orientación. La entrada está casi siempre orientada hacia el sur, dejando la montaña detrás, protegida de los vientos del norte y percibiendo así de forma continua la luz del sol.

Ausencia de ornamentos. Se muestra como una vivienda ante todo austera, práctica y funcional, rodeada de campos de cultivo y totalmente adaptada a las necesidades de la época en la que se construía. Posteriormente llegarían elementos decorativos como los arcos y las balaustradas de madera con formas talladas, pero son relativamente discretos y se concentran únicamente en la fachada principal.

Protagonismo de las fachadas. El tratamiento de las fachadas revela una neta jerarquía entre la fachada principal, blanqueada, y las otras fachadas, simplemente enlucidas o de piedra expuesta. Del mismo modo, los escasos elementos decorativos que se pueden encontrar en la finca original se concentran en la fachada principal.

Los muros son anchos, de casi un metro, y se componen de piedra seca y argamasa. La mayoría de las paredes están encaladas tanto en viviendas como en iglesias, aunque a veces se presentan desnudas mostrando la piedra. Los muros que cierran el edificio pueden presentar una forma de paredes escarpadas (inclinación y mayor grueso en la parte inferior) para reforzar la estructura y cumplir con la función defensiva.

Las ventanas son pequeñas y antiguamente no tenían vidrio, más estrechas en el lado exterior que en el interior, emulando así una fortaleza. Los contínuos asaltos y saqueos de vándalos y piratas durante siglos obligaron a esta doble función de las fincas. Otra función de las ventanas era resguardar el interior del sol en verano, contribuyendo así al aislamiento de la vivienda.

Los tejados son planos y originalmente se componían de tres capas: una de madera de sabina, otra de cenizas y plantas marinas (Posidonia oceánica) y una capa de arcilla, que actuaban como aislante e impermeable. En las azoteas se asoleaban diferentes frutos del campo y sirven para recoger el agua de lluvia que se canaliza a través de una cisterna.

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© Kelosa | Ibiza Selected Properties

La finca ibicenca es una consecución de módulos cúbicos adosados y superpuestos, y se muestra como una construcción de líneas simples, horizontalidad, cerramiento, proporcionalidad y medidas humanas. La arquitectura tradicional ibicenca encuentra su expresión en la casa unifamiliar que se da en el entorno rural de la isla y, desarrollando una tipología concreta, se adapta tanto a las características del terreno como a las necesidades de sus habitantes.

La distribución original de las viviendas consiste en una puerta de entrada que da a la sala principal (el porxo), espacio público de la casa, lugar de reuniones importantes y transición entre el exterior y los ámbitos privados. A esta sala abren sus puertas las otras estancias, generalmente la cocina y dos ámbitos que originalmente servían a la vez como dormitorios y almacén. La cocina, igual o más amplia que el porxo, en los tiempos antiguos también servía para resguardarse del frío, alrededor de una hoguera encendida en el suelo, y de dormitorio ocasional durante los inviernos. El frontal de la casa se cerraba con una pared baja, en cuyo interior se guardaban protegidas del ganado multitud de plantas aromáticas y un pequeño huerto. Apartados de la casa principal estaban los corrales que albergaban los animales. Circundantes a éstos estaban los campos de cultivo, dispuestos en bancales de pared de piedra cuando había que aprovechar las abundantes pendientes que tiene la isla. En los alrededores de algunas fincas además se pueden encontrar otros elementos arquitectónicos, como la cochera, molinos de aceite, establos, hornos de cal, la era o el depósito de carbón.

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© Kelosa | Ibiza Selected Properties

En los interiores originales de la finca ibicenca, de los que hoy sólo quedan los recuerdos y algunas fotografías, se encuentra la misma funcionalidad estricta y la austeridad que viene marcada por el exterior del edificio. La mayoría de las estancias no tienen una función definida, como la sala grande (porxo) o la cocina, que tienen múltiples usos. El escaso mobiliario y la ausencia de elementos decorativos en todas las estancias expresa una singular sencillez, un sentido puramente utilitario y hace que el habitáculo en sí adquiera un mayor protagonismo. La mayor entrada de luz se encuentra en el porxo, pero éste no suele tener más abertura que la puerta de entrada y las pequeñas ventanas, presentando un tipo de penumbra característica de los templos.

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© Kelosa | Ibiza Selected Properties

Los interiores, sobretodo, pero también gran parte del exterior de la finca ibicenca, muestran un claro parentesco con las casas árabes del medio rural, a diferencia de las viviendas de Mallorca y Menorca, que se asemejan a las masías catalanas o las casas castellanas. En casas rurales de Túnez o Argelia encontramos rasgos muy similares a la finca ibicenca, como la misma economía de medios, la adecuación al entorno, la horizontalidad y una composición de módulos de las estancias. Este método de construcción también se encuentra desde el Himalaya hasta el sur del Atlas, pasando por el Yemen, y se inscribe en una larga tradición que se remonta a la era neolítica del Oriente Medio. Varios estudios indican que se desarrolla en Fenicia y Babilonia, para extenderse por la costa meridional de la cuenca mediterránea.

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Islas en la isla.

Desde los tiempos antiguos, los pobladores de Ibiza rompen con los dos tipos de asentamientos típicos de cualquier otro enclave mediterráneo: las comunidades que priorizaban las condiciones defensivas, al concentrarse en penínsulas o colinas, y las que primaban el comercio, situándose en poblaciones cerca del mar. En cambio, en Ibiza las casas rurales tienen un asentamiento dispersado por todo el territorio de la isla y su distribución dependía de las propiedades agrícolas (suelo cultivable, fértil), siendo las distancias entre ellas irrelevantes. Este fenómeno las convertía en una especie de islas en la isla.

La consecuencia de este insólito aislamiento fue que estas casas tuvieran que ser autosuficientes desde el primer momento y, a su vez, tener elementos que ofrecieran defensa y refugio, como los gruesos muros o las torres prediales. Incluso las iglesias, que fueron concebidas como fortalezas y refugios, invitando a una agrupación de casas a su alrededor, no consiguieron materializar en verdaderos poblados hasta los tiempos recientes y únicamente de forma pacial, como demuestra la dispersión de las viviendas rurales que hasta nuestros días raramente se encuentran agrupadas.

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La dispersión del hábitat en Ibiza es una constante desde la colonización púnica. Establecer las casas sobre las tierras que cultivaban era el modo más rentable, ya que los suelos considerados cultivables estaban excesivamente separados. Incluso la conquista catalana (1235) no significó apenas cambio alguno en el hábitat o el método de cultivo con respecto al modo que imperaba durante siglos con la ocupación árabe.

Factores como el aislamiento de las casas de los campesinos, la baja rentabilidad de sus explotaciones o los frecuentes ataques piratas, hizo que procuraran no depender de productos y manufacturas que no fueran básicos, lo que les llevó a una situación próxima a la autarquía. En consecuencia, las viviendas y los utensilios necesarios se realizaban con los materiales al alcance, lo que explica la ausencia de materiales de construcción como los ladrillos o las tejas. Esta dependencia del medio y la autarquía de la unidad de producción del campesino también son circunstancias que explican el arcaísmo de la arquitectura ibicenca y que apenas hubiera variado durante los siglos.

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De estas circunstancias desfavorables y una economía del campesino cercana a la subsistencia durante la mayor parte de su historia, surgen adaptaciones que tuvieron que asumir estas construcciones y sorprenden hoy en día al considerarse un modelo de arquitectura sostenible y bioclimática. De este modo, un clima de veranos calurosos, lluvias escasas e inviernos húmedos y un paisaje montañoso de escasas tierras para el cultivo, nos presenta las siguientes adaptaciones:

1. Aprovechamientos medioambientales y sostenibilidad

Como antes mencionado, aprovechando las rocas del terreno como cimientos naturales, la finca está construida utilizando los materiales encontrados en el lugar mismo, sin procesos de fabricación más que la mezcla de argamasa y los hornos de cal. Además, está idealmente situada en la pendiente de una colina, dejando la montaña detrás, en una superficie alta y con una ligera inclinación; lo cual sirve para evitar humedades y la lluvia torrencial, al mismo tiempo de estar protegida de los vientos del norte. Además, las azoteas planas sirven para recoger el agua de lluvia que se canaliza a través de una cisterna para su posterior consumo.

2. Bioclimática

Los muros gruesos y las ventanas pequeñas sirven para aislar la temperatura del exterior, para que el interior mantenga una temperatura fresca durante el verano y el calor en el invierno, adaptándose la casa a la climatología de cada ciclo. La ausencia de acristalamiento en las fincas originales garantizaba la ventilación necesaria para la transpiración de muros y tejados. Las fachadas orientadas al sur captan en su totalidad los rayos del sol en invierno y una mayor sombra en verano, al mismo tiempo que evita los vientos invernales del norte y permite la entrada de los vientos frescos del verano. Incluso el color blanco de las paredes tenía su función, al reflejar la luz del sol y evitar el recalentamiento del edificio en verano.

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Como no podía ser de otro modo, los más interesados en estudiar la casa rural ibicenca eran los arquitectos de vanguardia. En los años 30 era un momento de búsqueda de nuevas respuestas fuera del clasicismo, hacia nuevas formas: el racionalismo, la Bauhaus y sus herederos, Broner, Le Corbusier, el Grupo de Arquitectos y Técnicos Catalanes para el Progreso de la Arquitectura Contemporánea (GATCPAC), se encontraron en Ibiza con una arquitectura fuertemente moldeada por el clima, por los materiales al alcance y prácticamente carente de las influencias de los estilos artísticos o arquitectónicos de cada momento, fruto del contacto directo entre el ser humano y el medio en el cual desarrollaba su actividad. De hecho, la simplicidad cúbica de esta casa arcaica fue de algún modo la confirmación para esos vanguardistas de que lo por ellos promovido estaba en el buen camino, ya que venía refrendado por siglos de tradición anónima, desarrollada en una pequeña isla cuna de las culturas.

Los arquitectos de los años 30 describieron y acogieron muchos elementos de la casa tradicional, sin embargo no tuvieron demasiado interés en ampliar su estudio hacia temas más profundos como los orígenes históricos de esta arquitectura. En lo que se refiere a la investigación, no llegaría a profundizarse hasta dos o tres décadas después y cabe mencionar en especial dos nombres propios que prácticamente dedicaron sus vidas al estudio a esta arquitectura arcaica: el canadiense Rolph Blakstad, que es el responsable del primer estudio histórico-tipológico de la casa ibicenca, desarrollando una importante tesis sobre sus orígenes, y posteriormente funda un nuevo estilo arquitectónico, moderno pero fuertemente influenciado por la finca original; y el arquitecto belga Philippe Rotthier, que, aparte de su extensa investigación sobre estas construcciones, llevó a cabo numerosas rehabilitaciones y diseñó obras nuevas rigurosamente fieles a las antiguas fincas originales.

ibiza finca balafia sunset tower(CC) Ibiza_Balàfia 004, by Nicolas G. Mertens. Creative Commons License: CC BY-SA 4.0 (Changes made. Link to original)

Estudios comparativos como los de Blakstad y Rotthier, divulgados en libros y artículos, vieron en los antiguos territorios fenicios y sus áreas de influencias de Oriente Próximo, Mesopotamia y Egipto, a las culturas que importaron el modo de construcción a Ibiza, fechando su origen en el Neolítico. También consideraban la casa rural ibicenca como el legado más fiel que existe en el presente de las antiguas viviendas y palacios púnicos.

A través de una comparación de planos y dibujos de estas publicaciones puede verse la sorprendente serie de coincidencias constructivas que hay entre las arquitecturas milenarias de Fenicia, Mesopotamia y Egipto y la sencilla casa rural de Ibiza. Esta teoría es según la mayoría la más convincente, pero también tiene sus detractores dentro de la comunidad de investigadores. De hecho, este es un asunto que merece un artículo por sí solo.

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Hoy en día las nuevas fincas, para adaptarlas a las exigencias modernas, se construyen usando otros materiales y tienen considerables diferencias de forma y composición con respecto a las fincas originales. Se puede observar una ampliación de prácticamente todos los espacios y estancias, la creación de una mayor entrada de luz y altura de los techos, la unión y apertura de estancias, así como una mayor frecuencia de elementos decorativos como los muros inclinados, las pérgolas o los pabellones, entre otros. Estas son las más comunes adiciones que surgen de las nuevas tendencias y de las nuevas posibilidades que ofrecen los avances tecnológicos; sin embargo, en su esencia guarda gran similitud con las fincas antiguas, como la geometría básica de sus formas, el predominante color blanco o los gruesos muros. Las similitudes fundamentales que comparte con el minimalismo también explican la tendencia de estos dos estilos a combinarse.

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La escasez de formas y elementos decorativos que muestran las fincas antiguas es un fenómeno que estaba condicionado por la precariedad y la necesaria practicidad, revelando que estas viviendas no estaban hechas para ser vistas, sino para ser vividas. Es curioso que sea precisamente éste el aspecto que la hace hoy en día tan popular, pero principalmente por la propiedad visual de ese diseño y menos por la practicidad por la que fue concebida, aunque en muchos casos la siga manteniendo.

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No obstante, hasta hacía muy poco la casa rural ibicenca parecía estar desligada del proceso de transformación de la historia y era considerada un verdadero arquetipo de la arquitecura popular. Posiblemente constituya el último ejemplo de una sabiduría milenaria y de una forma de vida arcaica. Las construcciones tradicionales ibicencas se construían sin planos ni especialización, pero, integrado en una misma cultura de grupo, guardan la memoria, la técnica y la identidad de una comunidad.

ibiza finca can frare verd(CC) CanFrareVerd-Ibiza, by JanManu. Creative Commons License: CC BY-SA 3.0 (Changes made. Link to original)

 

 

 

 

 

 

 

 

Referencias:

Rotthier, P. and Gobert, P. (2003). Treinta años en Ibiza, 1973-2003. [Sant Josep]: TEHP.

White, C. and Blakstad, S. (2012). Ibiza blakstad houses. Barcelona, Spain: Loft.

Ferrer Abarzuza, A. (1974). La casa campesina de Ibiza. Madrid: Narria. [consultado 10 de abril 2016]

Vilssa.com (2013). La casa ibicenca. Un ejemplo de arquitectura sostenible. [consultado 18 de abril 2016]

Mestre, B. y Torres, E. (1971). Guía de Arquitectura de Ibiza y Formentera, islas Pitiusas. Cuadernos de Arquitectura y Urbanismo. [consultado 20 de abril 2016]

González, M. (2015). El interior de la casa payesa. [online] Diariodeibiza.es. [consultado 5 mayo 2016]

Illesbalears.es (2009). Ibiza: edificios singulares. Institut Balear de Turisme. [consultado 5 mayo 2016]

Sharq, B. (2012). Las Casas Payesas, un camino a seguir. BK Rentacar. [consultado 10 de mayo 2016]

Kam, M. (2014). Edificación. Tipos de paredes y muros. Slideshare.net. [consultado 10 de mayo 2016]

Naya, C. (2016). Innistre. 1st ed. [ebook] Barcelona, pp.4-15. [consultado 12 mayo 2016]

 

 

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Title - Minimalist Architecture in Ibiza-2Arquitectura minimalista en Ibiza. Raíces históricas y tendencias actuales

Arquitectura minimalista en Ibiza. Raíces históricas y tendencias actuales

Cuando uno piensa en arquitectura española, pueden venir a la mente estucos dorados, arcos intrincados, azulejos de colores o patios abiertos con balaustradas ornamentales. Sin embargo, Ibiza es un mundo aparte. El sello del nuevo estilo ibicenco es elegante, blanco y minimalista. Y, como veremos a continuación, este hecho no sólo es el producto de una nueva tendencia, sino que ya se recogía en la arquitectura rural ibicenca.

gatepac

Durante los años 30 intelectuales de diversas áreas visitaron Ibiza, llegando algunos de ellos a pasar largas temporadas en la isla. Entre ellos cabe destacar a los arquitectos pertenecientes al grupo GATEPAC, Josep Lluis Sert y German Rodriguez Arias, así como el arquitecto alemán Erwin Broner. Todos ellos quedaron fascinados por la arquitectura tradicional ibicenca. Encontraron en la finca ibicenca una vivienda ante todo austera, práctica y totalmente funcional, representando perfectamente las bases del concepto y la identidad de la arquitectura moderna. Aunque muy anterior a la disciplina minimalista y la escuela Bauhaus, estos arquitectos se sorprendían como la finca ibicenca cumplía en su mayoría las directrices que marcaba esta nueva tendencia. La casa rural ibicenca fascinaba por su simplicidad, la funcionalidad de cada elemento, su integración en el paisaje, todo construido de una manera racional que tanto cautivaba al arquitecto moderno de la época.

[caption id="attachment_1236" align="alignleft" width="271"]Josep Lluís Sert (izq.) Josep Lluís Sert (izq.)[/caption]

Como explica el arquitecto Josep Lluís Sert, según la transcripción de sus intervenciones en la charla coloquio celebrada en el Museo de Arte Contemporáneo de Ibiza en 1973, cuando se refiere a la finca tradicional ibicenca:

“Esta arquitectura, simple, blanca, racional, tenía una dimensión y una escala humanas. Las casas se hacían obedeciendo a necesidades humanas y no respondiendo a órdenes arquitectónicos de otras épocas y de otras culturas. Vimos que esta arquitectura popular tan especial tenía unas constantes. No podíamos decir de qué siglo era tal o cual casa, porque ese dato se volvía irrelevante ya que apenas nada cambiaba en este tipo de arquitectura con el paso de los siglos. Se trataba de una perpetuación de formas avaladas por el uso.”

Y es precisamente en la perpetuación de las formas avaladas por su uso, y en la obediencia a las necesidades humanas, donde se encuentra el enlace principal entre la arquitectura rural ibicenca y el minimalismo. Asímismo, se puede observar que la finca tradicional ibicenca reúne la mayoría de las propiedades que definen la arquitectura minimalista:

-Sencillez
-Geometría Elemental Rectilínea
-Protagonismo de las fachadas
-Uso literal de los materiales
-Austeridad. Ausencia de ornamentos
-Purismo estructural y funcional
-Reducción y síntesis
-Concentración
-Abstracción
-Economía de medios

Y si las tres características restantes (Desmaterialización, Orden, Producción y estandarización industrial) no se cumplen o se cumplen parcialmente, se debe más a los avances tecnológicos y a los recursos no disponibles en su época, que a un desarrollo lógico o natural por parte de esta disciplina arquitectónica a cumplirlas.

De hecho, la interpretación del concepto moderno de la finca ibicenca por parte del equipo de arquitectos Blakstad Design Consultants, fundado por Rolph Blakstad, podría respresentar lo que es o hubiese sido la evolución natural de la arquitectura rural ibicenca hacia una versión moderna de sí misma. Para adaptarlas a las tendencias y necesidades modernas, estas viviendas se apropian de elementos característicos del minimalismo para resolver algunos de los principales problemas de las fincas antiguas, pero con una fuerte influencia de la finca tradicional ibicenca en lo estético. La disponibilidad de materiales, técnicas y maquinaria modernas permite, entre otros, elevar los techos, estructuras con mayor entrada de luz exterior, crear espacios interiores diáfanos y ampliar tamaños de estancias y accesos.

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© Kelosa | Ibiza Selected Properties

Las villas modernas de la isla normalmente cuentan con plantas diáfanas y amplias ventanas, aprovechando al máximo las vistas al paisaje mediterráneo de Ibiza. Entre las casas modernas ibicencas se pueden encontrar estilos puramente minimalistas e influencias de otras disciplinas arquitectónicas, como el estilo Blakstad o estilos que fusionan ambas disciplinas, con protagonismo de una de las dos.

Un buen ejemplo de una tendencia reciente es la finca Can Basso, producto de una respetuosa rehabilitación de una antigua finca de más de 300 años de antigüedad. El arquitecto no ha suprimido ningún elemento del plano original, sino que ha variado algunos espacios interiores, para poder dedicarlos a un diseño y mobiliario de últimas tendencias, y ha añadido algunos elementos de diseño minimalista: piscina, jardín, muros y ventanas. El resultado es una elegante combinación de ambas disciplinas, con un claro protagonismo del estilo de finca original.

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Imágenes de la finca Can Basso – © Greg Jouslin/F. Dimmers

Otro ejemplo es Can Durban, obra del arquitecto belga Bruno Erpicum. Las obras de Erpicum son conocidas por un minimalismo purista: villas amplias, blancas, luminosas y en búsqueda de líneas infinitas. En este caso su obra nos muestra una reinterpretación de la casa tradicional de Ibiza, con un fuerte protagonismo del minimalismo. El resultado son, por ejemplo, ventanas sin marcos para aprovechar la luz y unas amplias vistas al paisaje, o espacios interiores diáfanos, amplios y prolongados, dotando a lo que antaño fue una finca tradicional de una arquitectura fundamentalmente minimalista.

                              Imágenes de Can Durban /© AABE – Atelier d’Architecture Bruno Erpicum & Partners

La arquitectura minimalista, en su esencia, reduce la estructura a sus elementos básicos, simplificando el diseño de los espacios y fomentando a su vez serenidad y tranquilidad, que son, en cierto sentido, sinónimos del estilo de Ibiza. Los elementos minimalistas suelen incluir materiales puros y de fabricación básica que armonizan sin esfuerzo con la luz natural, la forma y el espacio. Con su arraigo en las tradiciones japonesas y la filosofía Zen, el minimalismo se basa en la transmisión de calma a través de la esencia, utilizando los principios estéticos de los espacios abiertos y la ausencia del desorden innecesario que causan elementos decorativos u ornamentos arquitectónicos.

© AABE – Atelier d’Architecture Bruno Erpicum & Partners

En su mejor versión, el concepto se materializa cuando, al entrar en la vivienda, desde el primer instante se obtienen unas vistas desde el salón-recibidor, a través de la cubierta de la piscina y más allá, hacia un paisaje panorámico. Del mismo modo, cuando el salón da la impresión que se extiende hacia la terraza exterior, es decir, que con elementos arquitectónicos se consigue confluir los dos espacios, se trata de minimalismo en su esencia. Se puede decir que el estilo arquitectónico minimalista representa este tipo de impresiones como un elemento integral y materializa perfectamente la sensación serena y relajada que transmite Ibiza.

Hemos visto que hay una innegable conexión entre ambas arquitecturas e incluso hay aspectos que comparten sus filosofías. Por lo tanto, tiene todo el sentido del mundo que en Ibiza se invierta en estándares de formas simples y austeras, ya que se encuentra en las raíces históricas de la arquitectura milenaria de la isla.

 

Referencias/ Fuentes:

FERRER ABARZUZA, A. (1974). «La casa campesina de Ibiza». Madrid: Narria.

FERNÁNDEZ, R. (1998). «El laboratorio americano». Madrid: Editorial Biblioteca Nueva

CUERDA, Mª Concepción. La vivienda mínima en España: primer paso del debate sobre la vivienda social. Scripta Nova [en línea]. 1 de agosto de 2003, Vol. VII, núm. 146(023) [fecha de consulta: 30 de agosto 2015] 

SERT, Josep Lluís (1973) «intervenciones de Josep Lluis Sert en la charla coloquio celebrada en el Museo de Arte Contemporáneo de Ibiza». Disponible en: Grup d’Opinió d’Arquitectes.

 

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